lunes, 15 de diciembre de 2014

Sofá para dos

A veces para llorar no se necesitan lágrimas, todos lo saben. Para llorar de alegría, tampoco. Es más bien una sensación de ensalzamiento del alma, como si pudieras sentir el cielo y saber que es real. Aunque solo sea por un momento.
Para sentir el cielo no se necesita el tacto, el gusto ni el olfato. Quizá tampoco los otros sentidos, no lo sé. Solo se necesita una princesita que te haga ver que, efectivamente, lo esencial es invisible a los ojos. Que te abra el corazón, que te cuente cosas que ya estás harto de oír, pero de otra manera. Que su forma de hablar embelese tus oídos, que su voz sea más música que la que acabas de escuchar o estés escuchando.
Si el mundo supiera quién es esa princesita que convierte media hora de espera en media hora de la forma más bella de felicidad sería un mundo mucho más pleno. ¡Ay, si el mundo conociera a mi princesita! Entonces el mundo tendría esperanza.
No sé quién puede entender lo que siento. Quién pudiera pensar que después de tanto tiempo volvería a escribir de verdad. A pesar de que, quizás, mi princesita no lea esto, quiero trazar unos torpes intentos de que entendáis quién es la princesita:


Una pequeña charla
(menos de media hora),
una niña majara
y a la vez encantadora.

Dos trenzas de oro,
una apariencia perversa
y un momento solo
la convierten en princesa.

Dime, ¿Quién eres?

Un poco de cielo,
un día de nieve,
la ilusión del invierno
cuando llegan los Reyes.

Dime, ¿Quién eres?

La belleza de un artista,
el pensamiento del más sabio,
la obra más realista
que logró hacer el mejor mago.



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jueves, 4 de diciembre de 2014

Burbuja

Escribo esta entrada con algunos días de retraso, espero que se me perdone. Quiero dedicársela a todo aquel que sienta que la entiende de verdad y, sobre todo, a todos los que la hemos vivido, riendo o llorando.

¿Cuánta gente habría? Quizá cuarenta y cinco... no creo que llegue a cincuenta. Todos mirando hacia abajo. Un papel y un boli para un ejercicio que, sin ellos saberlo, sería motivo de conversación el resto de la semana... y quién sabe cuánto más.
Más o menos diez minutos. Cuando todos acabaron entregaron los papeles. Eran cartas hacia alguien sin nombre, escritas por un tal "Anónimo". Ese Anónimo ¡cómo se desahogó!. Dos alumnos leyeron muchas de las cartas en voz alta. Anónimo no tiene pinta de tener muchos amigos. No parece quererlos.
No conoce a casi nadie, pero se atreve a juzgar a cualquiera. Apenas se sabe los nombres de la gente, pero ya sabe quién va a ser su amigo y a quién no quiere conocer. Sobre todo a quién no quiere conocer. Eso parece tenerlo clarísimo.
Anónimo acaba de empezar la universidad: solo le quedan cuatro años antes de que su burbuja rompa y el mundo descubra su nombre.



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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Memorias poco recordadas

Esta entrada está dedicada a quien la ha provocado. Es una persona, a la vez que un momento, un recuerdo y, probablemente, mil casualidades. Es una de esas cosas que ocurren de vez en cuando e inspiran a cualquier escritor. Es de esas cosas que, cuando ocurren, sabes que la Magia existe y no quieres que acabe nunca.


Todo quedó en un recuerdo que se recuerda poco. Hoy todo es una imagen difusa en mi mente, ni siquiera en mi memoria.
Acabo de recordar un poco más. He podido revivir parte de aquellos años de preescolar, aquellos años que el olvido casi había acabado de hacerlos desaparecer, como si nunca hubieran existido. Quisiera recordar más, me gustaría recordarte mejor.
Apenas puedo recordar el patio de arena. Hacer "polvis" sabiendo que la arena fina era lo más valioso que había en el recreo.
Apenas puedo recordar una rodilla sangrando tras romper el cristal de una puerta porque el niño necesitaba urgentemente entrar en el baño.
Apenas puedo recordar las clases de gimnasia, hacer "esquipi" (creo que queríamos decir skipping) con las manos en la cintura y al ritmo de la música. Tampoco las obras de Navidad, los disfraces de soldadito o... ¿Robin Hood?
Apenas puedo recordar si nos gustaba ver Magic English, los ratos de la siesta, los picados. Lo que sí recuerdo perfectamente era lo mala que estaba la leche de la merienda (¿Leche sin chocolate a un niño de preescolar?).
Apenas puedo recordar el profe de deporte gritando "¡ganan los chicos!" o "¡ganan las chicas!" tras la carrera que teníamos que correr antes de empezar la clase.
Lo intento, pero no puedo. No recuerdo el sabor del membrillo, ni la alegría al ver amarillos en las notas (cuando tocaba verlos). No recuerdo lo mayor que me sentí cuando dejamos de usar los lápices de colores para usar el lápiz de mayores, ni los Belenes de plastilina, ni las infinitas cartillas que leíamos tartamudeando.
Me gustaría recordarlo, poder revivirlo todo. Hoy he estado un poco más cerca de la juventud eterna, un poco más cerca de volver a tener 4 años. Poco a poco, lo iremos consiguiendo.

Por primera vez, voy a añadir algo de multimedia en el blog. Es una canción del disco que día tras día escuchábamos al ir al colegio (¡vivan las hermanas mayores!). Espero que te ayude a retroceder en el tiempo y volverte a preocupar por no salirte de las líneas.




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lunes, 27 de octubre de 2014

Cumples

Esta mañana, mientras desayunaba, se me ha acercado mi hija pequeña. Tenía una galleta de chocolate en la mano, pero no le dio ni un mordisco. Se ha sentado en una silla que estaba sin ocupar, al lado de la mía. Arrimándose a mí, ha apoyado todo su peso sobre la mesa. Luego ha hablado bajo, como si no quisiera que le escuchase nadie más que yo. Estaba preocupada.
"Papá, yo no entiendo una cosa. A ver, el primo Talo tenía 8 años la semana pasada y de repente ha cumplido 12. A Mito le ha "pasao" lo mismo. A la hermana de Pao creo que también. ¿Qué pasa? Cuando  yo tenga 8, ¿luego cumpliré 12? Pero yo quiero cumplir 9, y luego 10 y 11. ¿Por qué ellos se saltan todos esos cumples? ¿Eso se puede elegir o es obligatorio?
Yo no me quiero saltar ningún cumple, yo quiero todos los regalos y todas las tartas. Yo quiero ir al cine el día de mi cumple, y hacer una fiesta con todas mis amigas. El año que viene voy a querer otra fiesta, y el siguiente, otra. ¿Por qué ellos se saltan tantos cumples?"
No he sabido qué responder.



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domingo, 28 de septiembre de 2014

Viaje a Pozuelo

En esta entrada pretendo homenajear a Camilo José Cela, por su libro "Viaje a la Alcarria", que he leído hace poco. Quien haya leído el libro verá desde la primera frase la influencia que tiene en este microrrelato.
Por otra parte, escribo esto porque acabo de entender que el protagonista no es el viajero. Quiero dedicar la entrada a la verdadera protagonista de esta historia.

El viajero sube al autobús. Está bastante lleno, pero aún quedan sitios. Se sienta atrás, como siempre. El viajero se siente cansado, lleva dos días intensos. Delante del viajero hay una chica que el viajero no conoce. Tampoco puede adivinar su edad. El viajero habla con ella durante el viaje.
El autobús avanza y hace las paradas oportunas. De vez en cuando alguien que entra se sienta cerca de ellos. El viajero sigue hablando con la viajante.
La viajante le cuenta mil cosas. Es bailarina. Practica ballet seis horas diarias y quiere dedicarse a ello. Dice que se irá de España. En España el baile, y el arte en general, no está valorado. La gente no tiene cultura para apreciar el arte.
El viajero tiene sueño. El viajero tiene que hacer esfuerzos para mantener los ojos abiertos. Aún así, el viajero disfruta la conversación. El viajero piensa que es una maravilla poder hablar con quien no conoce sin que a nadie resulte extraño.
Hablan más tiempo. Se cuentan muchas cosas. Al viajero le parece que el viaje es demasiado corto. Pronto llegan a Pozuelo. La viajante se despide y baja del autobús. El viajero espera volver a verla en algún otro viaje. Los viajeros y viajantes suelen coincidir en muchos viajes sin tener que planearlo.



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lunes, 22 de septiembre de 2014

El mago

Despertó temprano, como siempre. Abrió los ojos y se incorporó sobre la cama. La luz ya entraba por la ventana, anunciando un nuevo día, un nuevo día de trabajo. Se frotó los ojos y se levantó. Tenía que empezar a ensayar.
En una esquina, sobre una mesa pequeña, estaba la jaula con las palomas. Un poco más allá, en el perchero, el frac.
El mago, después de asearse, se puso el frac y comenzó a ensayar. Puso música, imaginó el escenario y el público y actuó para ellos. Aparecía con un bastón, que rápidamente se convertía en dos pañuelos blancos. Los pañuelos los aprovechaba para hacer aparecer la primera paloma.
Por una parte, aquel era el sueño de su vida. Estaba ahí para llegar a ser un gran mago, ¿quién sabe? quizás el mejor. Por otra parte... echaba de menos tantas cosas. Le resultaba duro estar tan lejos de su casa, de su familia.
Siguió ensayando. Aunque era duro, todo aquello merecía la pena. Hizo aparecer una segunda y tercera paloma, y luego ensayó una rutina de cartas.
Aquellos trucos, delante de un público, se convertirían en magia.



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lunes, 15 de septiembre de 2014

(¡quizá millones!)

Había una vez... digo, ¡muchas veces! Había cientos de miles de personas (¡quizá millones!) que estaban hartos de las promesas incumplidas. Estaban hartos de esos actores que salen en televisión, se pelean un rato y luego van a casa a descansar. Estaban hartos de ser manipulados y no hacer nada, y por eso, aquella vez sí que hicieron algo.
Y es normal, llegó el momento en que esas personas se dieron cuenta de que estaban siendo insultadas públicamente. Y no se quedaron de brazos cruzados, ¡oh! ya lo creo que no. Otras veces sí que habían pasado del tema, se habían quedado en casa y habían esperado. Esta vez no.
Fue algo que se quedará en "la historia de la Historia" para siempre. Cientos de miles de personas (¡quizá millones!) se levantaron contra los que llevaban los hilos, hablando su idioma. Hartos de tanta mentira, ellos hicieron una promesa que sí pensaban cumplir. ¡Claro que la iban a cumplir!
Salieron a la calle con pancartas, por un mundo mejor. Había alegría, pero era una alegría distinta. No porque la situación fuera buena, sino porque podía mejorar. Se oían gritos de alegría, gritos de esperanza y, ¡¿quién lo iba a decir?! los actores que llevaban el país los escucharon. Evidentemente, lo que estos actores oyeron no les gustó. No les gustó porque, quizás por primera vez en mucho tiempo, tenían que responder. Algo tenían que hacer ante el grito que oían y las pancartas que veían. Cientos de miles de personas (¡quizá millones!) pensaban, decían y gritaban al unísono:

¡Si no se deroga la ley, que no cuenten con mi voto!


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martes, 9 de septiembre de 2014

Poemas rotos

El boli deja de escribir, aún con tinta. Repasa los versos, tacha, reescribe. Lee, escucha. Comprueba las rimas y deja solo unas pocas. La mitad de los versos no terminan de convencerle, la otra mitad ni siquiera empieza. No hay forma de corregir aquello, es un desastre.
Coge la hoja, la mira una última vez y la rompe. La rompe en dos, en cuatro, en ocho. Un puzle sin resolver, un poema. Arrastra los papeles por encima de la mesa y los deja caer. Planean, poco a poco los versos van desapareciendo.
Una papelera llena. Cientos, quizá miles, de versos que nadie leerá. Odios, pasiones, admiraciones, amores, recuerdos que solo la papelera conoce. Un poeta desesperado.
Saca un folio nuevo. Lo mira. Lo mira mucho rato antes de ponerse a escribir. No hay muchas batallas más difíciles que esa. Ni siquiera sabe si ese poema lo terminará, o si acabará reuniéndose con el resto. Aún así escribe. Escribe con la inspiración de mil noches de trabajo, con la esperanza de que ese papel no quepa en la papelera.
Está harto de romper sus poemas, pero sigue buscando un poema digno. Uno, solo uno, hará que haya merecido la pena. Un buen poema, uno y no más, justificará una papelera llena y mil noches de trabajo.


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sábado, 23 de agosto de 2014

Juego de niños

Como si fuéramos niños, pero pasándonoslo todavía mejor. Diez, doce, quince personas... ¡Qué más da! Mejor cuantos más seamos. Andamos, nos escondemos, nos encuentran, corremos. Corremos por delante de esos espectros oscuros. Unos tiran, otros son tirados.
Es imposible encontrar lo que buscamos, pero seguimos en ello. Estamos cansados. Primero cae el pequeño guerrero, se levanta y sigue corriendo. Nos han vuelto a encontrar, corremos. Hierba, piedra, asfalto. Ahora cae la guerrera. Quiere seguir corriendo, pero los espectros nos alcanzan.
Tras pasar a limpiarle la herida a la pequeña guerrera, nos vemos en la cárcel. Ahí esperamos. Los espectros no vigilan, pero no podemos escapar. Sería trampa. Esperamos a que nos rescaten.
Llegan nuestros aliados, abren la cárcel y salimos corriendo. Los espectros nos han visto, pero todavía están lejos. Podemos escapar. Corremos, corremos todo lo que podemos. Cuando nos pierden de vista nos escondemos. Los guerreros están cansados, no pueden correr más. ¿Yo? Yo más que ellos. Esperamos a que nos pasen y salimos de nuestro escondite.
Tenemos que darnos prisa, el tiempo se acaba. Si no encontramos lo que buscamos antes de las doce habremos perdido. Ahora los guerreros tiran de mí. Pequeños guerreros que nunca se cansan.


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jueves, 24 de julio de 2014

El escritor de cuentos

Escribe para ti. Quiere que le leas, que le escuches. Tiene muchas cosas que contarte, pero muy poco tiempo. Historias, descripciones, sentimientos, miedos, alegrías. Inventa un personaje para contarlo todo, pero, de alguna forma, ese personaje ya existía.
Ha llenado todo su escritorio con Post-its llenos de ideas. Muchas de esas ideas se acabarán descartando, otras, incluso, ni se leerán. Pero a él no le importa, a él le vale con que un solo cuento, una historia, un personaje... una sola idea te guste, te llegue, te identifique. Sabe perfectamente que es imposible gustar a todos. No quiere gustar a todos, te quiere gustar a ti. Para que tú, leyendo, te transportes, te olvides... vivas.
Se suele desesperar frente a papeles en blanco, pero acaba garabateando alguna idea, normalmente inservible.
Le gusta usar siempre el mismo boli. Le fascina ver como cada día tiene menos tinta. Es de las pocas personas que sabe que el boli BIC puede llegar a acabarse. "Acabar un boli BIC significa ser mejor escritor", dice.
Sigue buscando un tema, una imagen que alguien quiera leer. Mientras busca, escribe, esperando pacientemente que la inspiración le llegue con un folio en frente.


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sábado, 5 de julio de 2014

Un extraño muy conocido

- Creo que no debería estar hablando contigo.

- ¿Por qué? ¿Tienes miedo?

- No... no lo sé. Hace unos minutos ni siquiera creía que existieras.

- ¿No? ¿Acaso no has estado trabajando para mí todo este tiempo?

- ¡¿Qué?! ¿Para ti? ¿A qué te refieres?

- Me has estado ayudando... lo has hecho muy bien. Has ido cumpliendo cada uno de mis deseos. Mira ahí abajo: los hombres se odian, están todos desesperados, no confían en nadie, su economía no les da para agua, el Imperio que una vez fueron ha quedado reducido a... eso. La Nueva España- rió- ¿Es esto lo que les prometiste?

- No... yo pensé que...

- No te excuses, sabías perfectamente qué iba a ocurrir. Perseguiste a los que tenías que perseguir, legalizaste el odio, el asesinato, hasta convertirlo en algo normal. ¡Te admiro! Te invito... no, te suplico que vengas conmigo. Aquí necesitamos gente como tú.


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viernes, 9 de mayo de 2014

Hermana gemela

Sintió una mezcla de emociones. Alegría, sorpresa, incredibilidad. ¡Lo había imaginado tantas veces! Y todas ellas creyendo que solo fantaseaba. Sin duda, el día más importante de su vida. El día en que descubrió que tenía una hermana gemela.
Todavía con una expresión que manifestaba la más absoluta confusión alargó el brazo y estiró los dedos. Su hermana hizo lo mismo. Se tocaron yemas con yemas. Su hermana tenía los dedos fríos. Se miraron a los ojos. Ambas tenían la misma cara de incomprensión.
Se sentaron en el suelo y hablaron. ¡Tenían tanto que contarse! Hablaban rapidísimo las dos. Estaban tan emocionadas que no callaban, ni siquiera para escuchar la una a la otra. Estaban tan emocionadas que no se paraban a tratar de comprender nada, no había nada que entender para ellas, solo había que disfrutarlo. Estaban tan emocionadas que no se daban cuenta que las dos hacían lo mismo. Exactamente lo mismo.


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domingo, 4 de mayo de 2014

Cuerpo entumecido

Papá enciende la luz de mi cuarto y me despierta. Pasea por la habitación buscando algo. Yo le miro, pero no distingo bien lo que veo. Mis ojos no se han acostumbrado todavía a la luz. Siento el cuerpo entumecido y no me muevo.
Al poco tiempo papá encuentra lo que buscaba y sale de la habitación. Apaga la luz al salir. Yo sigo sentado con la espalda apoyada en la pared. No me muevo. Ahora ya me va a costar dormir. Sigo con el cuerpo perezoso, especialmente los ojos, pero mi mente esta agitada.
Durante lo que a mí me parecen horas, estoy pensando en miles de cosas. Siempre me pasa, me quedo pensando y no puedo dormir. "Cómo me gustaría que..." "Ya, pero en realidad es imposible que ocurra". Pienso en infinidad de cosas, y algunos de mis pensamientos contradicen otros. Resulta curioso, quizás, pero sueño más cuando no puedo dormir. ¡Hay tantas cosas que me gustaría que ocurriesen!
Pero al final siempre acabo triste. La melancolía acaba llegando cada noche y, si pudiera, rompería a llorar. Hay sueños que no se pueden cumplir.
Aún así, cada noche miro fijamente la ventana hasta quedarme dormido, y pido con todas mis fuerzas que llegue ya. Que llegue ya mi hada azul.


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jueves, 1 de mayo de 2014

Hoy

Hoy he sido detective. He conseguido los documentos que mi jefe necesitaba y he salvado el mundo varias veces. He conseguido infiltrarme en el cuartel enemigo, pasando entre las torres de vigilancia, y salir sin ser visto. He conseguido cumplir con mi misión.
Hoy he corrido, huyendo de ataques repentinos, saliendo victorioso. He logrado esconderme de las miradas que me buscaban intruso. He logrado engañar a las mentes más preparadas del mundo. He logrado cumplir con mi misión.
Hoy he evitado que saltasen las alarmas. He cruzado salas enormes sin tocar los láseres rojos. He cruzado el país y he detenido a varios delincuentes. He cruzado el límite entre lo posible y lo imposible.
Hoy he disparado, inmovilizando sin matar, con la pistola de la risa. He tenido el destino del mundo en mis manos. He tenido poder, más que nunca. He tenido tres años.
Hoy, además, he vuelto a casa para cenar.


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viernes, 18 de abril de 2014

Se fijó en...

De pronto, el lápiz que sujetaba en su mano derecha se convirtió en lo más interesante del mundo. Líneas amarillas y negras, mina gris, sin goma en el extremo. Lo mordió y comprobó que la madera se mellaba fácilmente. La punta no estaba afilada, pero no hacía falta que lo estuviese.
Iba a escribir en el papel que tenía en frente, pero, de pronto, se fijó en la goma de borrar. Una goma Milán, cuadrada, de color blanco, esquinas pulidas. Tacto suave y olor agradable.
Iba a borrar un resultado erróneo del papel que tenía en frente, pero, de pronto, se fijó en las anillas de su cuaderno. Negras, metálicas, perfectamente redondeabas. Abrazaban una y otra vez las hojas cuadriculadas, agarrándolas para que no se desperdigasen. Los dos extremos de las anillas estaban doblados, para impedir que se metan de nuevo por los agujeros de las hojas, para que no se estropease el cuaderno.
Iba a abrir el cuaderno para ver cómo se hacía el ejercicio del papel que tenía en frente, pero, de pronto, se fijó en la perfección de las líneas de su cuaderno de hojas cuadriculadas. Cuadrados perfectos, líneas delgadas, azules. Ningún cuadrado era más grande o más pequeño que ningún otro. Increíble, qué perfección. Las hojas eran todas iguales, igualmente cortadas, igualmente finas.
Iba a leer lo que había en las hojas cuadriculadas de su cuaderno pero, de pronto...


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viernes, 11 de abril de 2014

La señora de la limpieza

Descuidada, torpe e irresponsable. La señora de la limpieza, cuyo nombre pocos sabían en aquel museo, apoyó en las paredes de la esquina la fregona y el cubo con agua y amoniaco. Allí no molestaba a nadie, al menos eso creía ella.
Un momento, solo un momento fue necesario. Solo un momento necesitó para ir al cuarto de baño, interrumpiendo apenas su trabajo, pero cuando volvió... ¿cuál sería su sorpresa?
Al menos una docena de personas se reunían alrededor de la fregona, observándola distante. Algunos murmuraban, otros escuchaban. Un fotógrafo se abría paso para tomar el mejor plano y, cerca de él, un crítico hablaba de arte.
- El ángulo en que está apoyada es perfecto- decía uno.
- La sombra que se proyecta juega con las luces de forma magistral- decía otro.
Solo un momento, ese momento, fue necesario para que el descuido de la señora de la limpieza se convirtiera en arte.


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martes, 8 de abril de 2014

Sueños de grandeza

A menudo despertaba perezoso, como si la cama le agarrase para impedirle levantar. Siempre despeinado y, de vez en cuando, se quedaba toda la mañana en pijama. Se lavaba la cara nada más empezar el día, antes de desayunar. Luego levantaba la vista y se miraba en el espejo. Allí imaginaba.
En un escenario, en un plató de televisión... o simplemente en su escritorio, escribiendo la mejor novela jamás escrita. Siempre imaginaba qué quería que fuera su vida. Destacaría por su originalidad y nunca se dejaría vencer por los malos vicios del arte.
Escuchaba música y seguía pensando, imaginando. Cogía un boli, pero apenas escribía un par de líneas. Se levantaba, cogía las cartas, pero solo hacía aparecer unas pocas. Luego se daba cuenta que la mañana había acabado.
Un día, luego otro. El tiempo pasaba y el futuro llegaba. Él se daba cuenta que solo soñando no lograría nada, que tenía que empezar ya, dejar de soñar, empezar a hacer... pero no podía evitarlo.


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sábado, 22 de marzo de 2014

Recuerdos

Paseé de la mano de mis recuerdos por las calles de Madrid. Recorrí la calle Serrano, haciendo una parada necesaria; visité varios teatros, y sentí una emoción inenarrable cuando volví a entrar en el primer teatro en el que actué. Luego fui a Moncloa y cogí el autobús de siempre, el que da muchas vueltas antes de llegar a Pozuelo.
La Avenida de Europa había cambiado mucho, pero, al mismo tiempo, era la misma de siempre. Pude reconocer sin problema cada sitio donde había estado, hace muchos años, hablando con tantas personas. Pasé por delante de la iglesia, sin ignorarla, y fui a la estación.
¡Casi había olvidado lo eterno que parecen los viajes hasta El Escorial! Anduve por los pasillos de la Universidad, caminando entre los muros de piedra. Hacía muchísimo que no pasaba por allí, donde podríamos decir que empezó todo. Todavía me parecía ver a treinta alumnos con la baraja en las manos, y alguno enseñando a otro un pase de monedas. No puedo, no soy capaz de explicar la nostalgia que sentí en ese recuerdo, el que conduce los demás.
El viaje que mis recuerdos me habían preparado me llevaron por otro muchos lugares, que espero algún día poder contaros. Finalmente, acabaron las memorias y supe dónde estaba.


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miércoles, 26 de febrero de 2014

El árbol y la manzana

- No quiero caer- le dijo ella.
La manzana estaba asustada. Le parecía una caída muy grande, y sabía lo que venía después. Algún animal se la comería... o peor: algún humano. Temblaba y sudaba mientras se agarraba como podía a la rama del árbol.
- Pero debes caer- le respondió el árbol-. Si no lo haces, la semilla que hay en ti no germinará nunca, y no podrán nacer nuevas manzanas.
- ¡Me da igual! No quiero que me coman, no todavía.
La manzana no era capaz de comprender por qué la vida era así: un ciclo realmente absurdo. Ella había nacido hacía no muchos días, y ya le tocaba ver el día de su muerte. ¿Muerte? De pronto visualizó un manzano joven, muy joven, todavía en edad de crecer. Crecía y crecía, extendiendo sus ramas y haciendo brotar las hojas que le vestían con el traje más elegante. De alguna de sus ramas colgaban manzanas  que pronto comenzarían a vivir. Entonces la manzana lo comprendió.
Cayó.


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viernes, 21 de febrero de 2014

Mamá, escúchame

Mamá, perdón por haberte gritado, es que hay veces que parece que no me escuchas. Te hablo, pero no me respondes, es como si no me quisieras hacer caso. Parece que no me quieres. De verdad que yo intento hacer las cosas bien... y no sé por qué no te gusta.
Odio cuando te enfadas conmigo, es lo que más odio en el mundo. No puedo soportar oírte llorar al otro lado de la pared y que no te dejes consolar. ¿Por qué, mamá? No entiendo nada, quiero que me lo expliques... quiero que nos sentemos a hablar de madre a hijo. Quiero explicarte lo que siento cuando me echan a mí la culpa de cosas que no he hecho, cuando me llaman cosas que no soy. Lo peor es que todo el mundo se lo cree, y te mienten para engañarte a ti también.
Mamá, si me escuchas te prometo que intentaré no volver a gritarte. Te prometo que seré el mejor hijo que puedas imaginar, pero me tienes que creer mamá. Deja de escuchar a los demás, que no saben nada, no tienen ni idea. Escúchame a mí, mamá. Confía en mí.
Por favor, mamá, estoy cansado. Me duele todo, no sé cuánto tiempo más podré luchar. Escúchame, por favor. Dame una oportunidad. Sé que cuesta el cambio, pero valdrá la pena. Conóceme, déjame nacer.


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sábado, 8 de febrero de 2014

Así

-Tráeme otra caja del almacén y tira las que están ya vacías -ordenó el empleado al becario.
El becario obedeció y a los pocos minutos volvió con una caja grande en los brazos. Era una caja de cartón, grande y aparentemente muy cargada. El empleado cogió una bolsa metálica de su interior y se dirigió a una máquina que había en la esquina del despacho. La máquina era muy extraña, parecida a una fotocopiadora, pero mucho más grande. Estaba hecha con piezas de plástico y metal de color crema grisáceo. Realmente fea.
El empleado abrió la bolsa metálica y vertió su contenido en aquella máquina. Letras, muchas letras llenaron el depósito del aparato.
Luego llegó el jefe del empleado. Venía con unos papeles escritos por el directivo, en ellos estaban todas las instrucciones detalladas. El jefe giró la manivela que había en el costado de la máquina y tecleó un código para abrir el menú de categorías: "policíaca, intriga, romance...". Seleccionó una de ellas y tiró de la palanca que activaba la máquina.
Tras unos segundos, la máquina empezó a vibrar bruscamente y a emitir ruidos desagradables. Al principio parecía que estaba estropeada, pero al cabo de un tiempo comenzó a imprimir.
Así murió el arte, así desapareció la literatura.


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miércoles, 5 de febrero de 2014

"¡Buenos días su señoría! ¡Tralarilorilorá!"

Entra en mi cuarto, abre la persiana mientras dice "A despertar" y sale a despertar a los del cuarto de enfrente. Como siempre, mi hermano se levanta automáticamente mientras yo me quedo en la cama un rato más. Son las ocho menos cuarto.
Bajo a desayunar. Uno de mis hermanos, el que duerme conmigo, ya ha desayunado y está listo para salir. Dos de mis hermanas pequeñas están desayunando en la cocina, ambas con los pelos cayéndoles por la cara de forma despeinada. Hay una taza de leche con cereales abandonada encima de la mesa. Yo me preparo la mía y me siento a desayunar.
Mientras desayuno, baja mi hermana (de las pequeñas, la mayor, pero igualmente pequeña). Se mueve muy despacio, siempre tarde. Poco después mi hermano sale del baño y viene también a la cocina. Por supuesto, era suya la taza abandonada.
Termino de desayunar y subo a mi cuarto. Por el camino me encuentro a mi hermano mayor, el que nos lleva al cole, que está bajando a desayunar.
Apenas hay palabras. Alguna queja, expediciones arqueológicas en busca de calcetines... pero siempre lo mismo, y lo menos posible. No hace falta hablar, todos pensamos lo mismo: es lunes y ya estamos esperando que llegue el viernes.


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domingo, 2 de febrero de 2014

Momento

Suspira empañando la ventana. Mira lejos, tras el cristal, viendo cómo el paisaje escapa sin que ella pueda detenerlo. Vuelve a suspirar y el chico que tiene frente a ella mira la marca de vaho que ha dejado en el cristal. Ella rehuye su mirada, no le conoce.
Sus lágrimas quieren escapar, pero ella parpadea varias veces, tratando de retenerlas. Él se da cuenta, pero no dice nada. Deja de mirarla, para no agobiarla, pero sigue pensando en ella. Finalmente, una lágrima se abre paso y recorre la mejilla de la chica hasta que, en un acto suicida, salta al suelo. Él ha escuchado el sonido amargo del choque y levanta la mirada, buscando los ojos que liberaron la tristeza.
Ella mira al suelo, con la mirada clavada en el infinito. No dice nada, no piensa nada. Solo llora. Él la mira lleno de comprensión y cierta misericordia.
Se siente observada, sabe que el chico la está mirando. Le incomoda un poco, pero no tanto como creería normal. Vuelve a mirarle, pero rápidamente aparta de nuevo la mirada. Le ha dado tiempo a apreciar que él sonríe, pero no le reconoce. No sabe quién es.
- ¡Claro!
Pero ya no está.


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lunes, 27 de enero de 2014

Dispuesto al cambio

El águila volaba plácidamente. Se apoyaba en el viento y descansaba con las alas extendidas. Apenas las batía. Sentía el viento en la cara, le encantaba. Bajo ella podía ver un vasto paisaje que ahora no describiré. Volaba sobrepasando bosques, montañas, pueblos, lagos... Sentía dominar el mundo.
Los niños la señalaban cuando la veían pasar, y a ella le encantaba. Nadie podía con ella, su mundo era perfecto. El águila profirió un chillido, alegre, majestuoso, imponente, y todos los demás animales escucharon lo feliz que se sentía el águila.
El tigre la envidiaba y deseaba poder deshacerse de ella, sin ella sospechar siquiera que pudiera existir un deseo semejante. Mientras, otros animales observaban admirados cómo volaba el águila. El ciervo se imaginaba batiendo unas enormes alas, el delfín soñaba con poder ver el mundo. Pero todo eso era privilegio del águila, no todos tenían que poder.
De pronto, el viento cambió de dirección. No lo notaron ni el mar ni la tierra, pero el águila comenzó a cansarse de batir las alas. Se sentía débil, pero no quería cambiar su rumbo. Mientras, varios kilómetros por debajo de ella, el tigre ya estaba preparado.


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domingo, 19 de enero de 2014

Un leñador engañado

- Si hubiese sabido quién había mandado talar aquel árbol no lo habría hecho. Si hubiese sabido qué querían hacer con la madera me habría negado. Mi hacha no está al servicio de intenciones de maldad, no quiero que lo esté. No me dijeron nada, simplemente me obligaron.
"Talé aquel árbol y preparé la madera para ellos, para ti. Cada vez que incrustaba el filo del hacha en el tronco me recompensaban con premios banales. Supongo que fue eso lo que me impidió pensar, lo que me empujó a continuar, sin poder deducir quiénes eran aquellos hombres... si puede llamárseles así. Siempre fui esclavo de la opinión de los demás y, sobre todo, fui preso del miedo.
"Pero hoy... hoy todo es diferente. Sigo teniendo miedo, por supuesto, pero ya no me domina. Hoy puedo gritar, ante ti y ante quien sea, que me arrepiento de lo que hice, que me enorgullezco de poder estar aquí y compartir con los afligidos el dolor de lo que hice.
El leñador calló y escuchó la sentencia llena de ironía que el emperador le impuso. Era un leñador que de haber sabido quién había dado las órdenes y, sobre todo, por qué habían sido dadas, no las habría cumplido. Extendió los brazos, no tardó en morir.


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