martes, 8 de abril de 2014

Sueños de grandeza

A menudo despertaba perezoso, como si la cama le agarrase para impedirle levantar. Siempre despeinado y, de vez en cuando, se quedaba toda la mañana en pijama. Se lavaba la cara nada más empezar el día, antes de desayunar. Luego levantaba la vista y se miraba en el espejo. Allí imaginaba.
En un escenario, en un plató de televisión... o simplemente en su escritorio, escribiendo la mejor novela jamás escrita. Siempre imaginaba qué quería que fuera su vida. Destacaría por su originalidad y nunca se dejaría vencer por los malos vicios del arte.
Escuchaba música y seguía pensando, imaginando. Cogía un boli, pero apenas escribía un par de líneas. Se levantaba, cogía las cartas, pero solo hacía aparecer unas pocas. Luego se daba cuenta que la mañana había acabado.
Un día, luego otro. El tiempo pasaba y el futuro llegaba. Él se daba cuenta que solo soñando no lograría nada, que tenía que empezar ya, dejar de soñar, empezar a hacer... pero no podía evitarlo.


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