Suspira empañando la ventana. Mira lejos, tras el cristal, viendo cómo el paisaje escapa sin que ella pueda detenerlo. Vuelve a suspirar y el chico que tiene frente a ella mira la marca de vaho que ha dejado en el cristal. Ella rehuye su mirada, no le conoce.
Sus lágrimas quieren escapar, pero ella parpadea varias veces, tratando de retenerlas. Él se da cuenta, pero no dice nada. Deja de mirarla, para no agobiarla, pero sigue pensando en ella. Finalmente, una lágrima se abre paso y recorre la mejilla de la chica hasta que, en un acto suicida, salta al suelo. Él ha escuchado el sonido amargo del choque y levanta la mirada, buscando los ojos que liberaron la tristeza.
Ella mira al suelo, con la mirada clavada en el infinito. No dice nada, no piensa nada. Solo llora. Él la mira lleno de comprensión y cierta misericordia.
Se siente observada, sabe que el chico la está mirando. Le incomoda un poco, pero no tanto como creería normal. Vuelve a mirarle, pero rápidamente aparta de nuevo la mirada. Le ha dado tiempo a apreciar que él sonríe, pero no le reconoce. No sabe quién es.
- ¡Claro!
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