La pequeña miraba a su alrededor con inquietud. La habitación oscura y poco acogedora en la que se encontraba le parecía del todo claustrofóbica. Ella se mordía los labios, con impaciencia y nerviosismo, esperando un salvador que la encontrase a tiempo.
Hacía tiempo que ella estaba ahí, pasaba los días sentada en el suelo frío de aquel zulo traído del infierno. No recordaba cómo era el mundo cuando ella vivía en él, ahora sufría su existencia secuestrada por quién sabía qué clase de delincuente.
Amiga de muchos y conocida por todos, admirada por tantos y visitada por muy pocos, la rehén había aprendido a distinguir las paredes de la cárcel que se había convertido en su vivienda. Probablemente nunca saldría de ahí. Pero ella esperaba, y en la esperanza desesperaba.
Pero el tiempo pasaba, y la noticia, que tantas ciudades había recorrido, fue entonces olvidada. Ya nadie hablaba de ella, nadie la recordaba. Pocos sabían de su existencia, y menos aún eran los que la buscaban. Era seguro que ningún salvador la encontraría, se había perdido para siempre. Ya nadie la volvería a ver, ni hoy ni nunca. Hoy sigue oculta, escondida en alguna parte. La gran creatividad, una pequeña desaparecida.
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¡Sensacional!!!!!!!!!!!!para mí es el mejor de todo lo que has escrito. No lo has podido hacer mejor... sigue escribiendo y dalo a conocer, no te lo quedes solo para ti. ¡Eres grande!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Seguiré escribiendo y dándome a conocer, ¡espero que las entradas siguientes también te gusten!
ResponderEliminarSólo puedo decir... ¡¡¡¡¡¡TÚ SÍ QUE VALES!!!!!!
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