El niño se dirigió al baño, acordándose de las palabras que su madre había dejado grabadas en su memoria. "Lávate las manos antes de comer". Aquellas palabras sonaban y resonaban en los oídos del pequeño. Se subió al taburete para llegar al lavabo, cogió el jabón y abrió el grifo. Comenzó como siempre; sin embargo, algo le entretuvo más tiempo del que tenía planeado.
Las extraordinarias figuras, cristalinas y brillantes, que podía hacer con tan solo agua y jabón le cogió por sorpresa. Como si fuese la primera vez que veía algo así comenzó a hacer pompas de diferentes tamaños. Más grandes, más pequeñas, más brillantes, más redondas... innumerables burbujas de ilusión llenaron enseguida el pequeño cuarto de baño. Jugaba a atraparlas con las manos y lanzarlas para observar su movimiento, libre, bello y perfecto, nadando en el aire.
El tiempo pasaba como inexistente, veloz ante la diversión del momento. La magia estaba hecha, y nadie podía evitar el embelesamiento del niño. Las burbujas de jabón habían cautivado sus sentidos, y solo a ellas prestaba atención.
Tiempo después se secó las manos y salió del baño. En su cabeza resonaban todavía las palabras de su madre. Sonaban y resonaban, pero no las escuchaba. Una vez más, como tantas otras veces, recordó que ya había comido.
¿Te ha gustado? ¡Suscríbete!
¿Te ha gustado? ¡Suscríbete!
Y de nuevo, nos transportar donde quieres con lo que escribes. Enhorabuena!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! ¡¡¡Da gusto tener una lectora que anima tanto!!!
EliminarComo tantas otras veces, un final IMPRESIONANTE, muy buena la entrada
ResponderEliminar