Estiras la toalla en la arena,
te echas crema y te expones al sol
(sabes que no te pondrás morena:
solamente cogerás calor).
Estiras los brazos y piernas,
para ver si así ganas color,
vuelves a echarte un poco de crema
(como si eso fuese protección).
Al fin te levantas y vas al mar,
te mojas y te vuelves a tumbar.
Vives ahora tus mejores días,
los que creías que no llegarían.
Éste es el descanso que te has ganado:
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