Jugaban a intentar adivinar qué estaban sobrevolando en cada momento. Miraban por la ventanilla, tratando de encontrar algo reconocible. En realidad, habían volado tantas veces que no les costaba mucho averiguarlo. Pasaron por encima de un océano inmenso, el gran charco. Miraban hacia abajo para ver el agua completamente quieta, como si alguien pudiera controlar que no se moviera.
El vuelo era perfecto. Tranquilo, agradable. El avión parecía apoyarse en el aire sin esfuerzo y dejar que la brisa eligiera su rumbo.
De pronto, la brisa suave se convirtió en un viento que desvió por completo la trayectoria del avión. "Por favor, abróchense los cinturones de seguridad". Las turbulencias eran cada vez más fuertes hasta que, en muy poco tiempo, el avión empezó a caer en picado.
Cayó en el charco y quedó roto, empapado. Ni siquiera había conseguido pasar la valla del jardín.
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Sigue escribiendo!! Me gusta como escribes, y como nos sorprendes siempre al final.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Seguiré escribiendo, espero que con más constancia.
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