Clavaba los ojos en la pantalla, esperando que aquella vez tuviera algo más de suerte. Empezó la partida y, apenas un minuto más tarde, ya había perdido. Probó de nuevo, lo mismo. Estaba ya desesperado, casi no le quedaba dinero. Su hermano, compañero en aquel lugar, lo intentó por él. Ganó.
La admiración hacia su hermano estaba más que justificada. Jugaba muy bien, siempre lo había hecho. Siempre ganaba. Los dos niños recogieron el premio y fueron juntos a canjear los tickets por chuches.
¿Te ha gustado? ¡Suscríbete!
¿Te ha gustado? ¡Suscríbete!
No hay comentarios:
Publicar un comentario